Santa Catalina de Siena

Catalina Benincasa, nació el 25 de marzo de 1347 en Siena, y falleció el 29 de abril de 1380 en Roma.

El nombre Catalina tiene como significado “Pura”, estamos hablando de la hija menor del hogar de Diego Benincasa. Ella con el correr del tiempo y mientras crecía, iba adquiriendo todo tipo de entendimiento, se metía más y más con la santidad y se convertía en virtuosa. Cuando llego a los 6 años de edad, entonces tuvo la oportunidad de ver su primera visión, esto fue lo que dio la clara indicación acerca de su vida virtuosa. Mientras estaba cruzando una calle al lado de su hermano llamado Esteban, de pronto visualizó al señor que estaba rodeado de muchos ángeles, le impartía sonrisas y bendición.

Su padre, tenía la idea de que ella terminara casada con un hombre rico, pero la joven dijo que ella había sido prometida solo para Dios. Busco la manera de hacer que su propósito no se llevara a cabo, y para ello la puso a hacer servicios en casa. Sin embargo, ella caía en éxtasis de manera frecuente y por tal motivo no se estresaba por estas cosas.

Santa Catalina de Siena y lo que hizo por la iglesia

Al final de cuentas, cuando su paciencia ya había rebalsado, sus padres tuvieron que ceder y con esto ella pudo ser admitida en la tercera orden de Santo Domingo, posteriormente ella siguió siendo laica. Su edad era de 16 años, pero ella ya sabía curar, ayudar y ofrecía su tiempo para los huérfanos, para las personas que estaban enfermas, para los menesterosos, y colaboro en una gran cantidad de epidemias que se dieron cuando surgió una peste.

Se trata de la terrible y horrible peste negra, la cual se le llego a dar el nombre de “gran mortandad” en toda la historia nunca había habido algo tan terrible, con solo el hecho de que murió hasta la tercera parte de la población de Siena, nos damos cuenta de lo aterrador que fue.

Eran muchas las personas que se agrupaban para poder escucharla, y cuando tenía la edad de 25 años ella comenzó a desarrollarse en su vida pública, entre los logros que tuvo con la iglesia católica, podemos mencionar que a través de la sabiduría que tenía le daba consejos a príncipes y soberanos, algo que la convirtió en conciliadora de la paz.

El papa Gregorio XI llego a dejar la sede de Aviñon con la finalidad de volver a Roma y todo esto gracias a la influencia de Catalina de Siena. Urbano VI y el pontífice, llegaron a convertirla en embajadora para ciertas cuestiones muy grandes y Catalina siempre supo actuar con mucha prudencia e inteligencia.

Oración a Santa Catalina de Siena

La hermosura de Santa Catalina de Siena es única, ella era el vivo ejemplo de ser virtuosa y nos dejó una enseñanza muy fuerte en su forma de aconsejar. Ella vela por nosotros con Dios, y está siempre buscando la forma de ayudarnos.

¡Oh gloriosa virgen Catalina!, a medida que os consideramos reconocemos en vos a la Mujer Fuerte de los Libros Santos, el prodigio de vuestro siglo, la antorcha luminosa de la Iglesia, la criatura dotada de incomparables dones y que supo reunir las dulces y modestas virtudes de las vírgenes prudentes a la intrepidez y al valor de los héroes. Volved, os rogamos, desde el cielo, vuestros ojos sobre la barca de Pedro, agitada por la tempestad, y sobre su augusto jefe, que ora, vela, gime, exhorta, combate y espera. Mostrad hasta donde llega vuestro poder cerca de Dios, obteniéndonos a todos el celo para adelantar en las virtudes evangélicas, especialmente en la humildad, la prudencia, la paciencia, la bondad y la diligencia en la práctica de los deberes de nuestro estado.

Mantened la concordia de nuestra gran familia y convertid a la Fe a los incrédulos del mundo entero; obtened para nuestra patria la paz verdadera, es decir cristiana, para nuestra Santa Madre la Iglesia el triunfo completo sobre el mal, por la Verdad, el sacrificio y la caridad. Amén.

Otros doctores de la Iglesia:

San Agustín
San Alberto Magno
San Alfonso Ligorio
San Ambrosio
San Anselmo
San Atanasio
San Basilio Magno
San Beda el Venerable
San Bernardo de Claraval
San Buenaventura
Santa Catalina de Siena
San Cirilo de Alejandría
San Cirilo de Jerusalén
San Efrén de Siria
San Francisco de Sales
San Gregorio Magno
San Gregorio Nacianceno
San Hilario de Poitiers
San Isidoro de Sevilla
San Jerónimo
San Juán Crisóstomo
San Juán Damasceno
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San León Magno
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San Roberto Belarmino
Santa Teresa de Avila
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Santo Tomás de Aquino


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