San Juán Crisóstomo

Juán Crisóstomo nació en el año 347 en Antioquia, Imperio Bizantino; y murió el 14 de septiembre del año 407 en Comana Pontica, Imperio Bizantino.

Su nacimiento en Antioquia (es decir Siria) fue en el año 347, y en aquellos tiempos se consideraba a esta ciudad como la segunda de mayor importancia dentro del Imperio Romano de Oriente. Su padre, era Secundo, quien ejercía como un oficial del ejército de Siria, pero falleció, luego de que había nacido Juan, fue su hermana mayor y él quienes quedaron a cargo de Antusa, que se considera como la madre cristiana de ambos.

Crisóstomo recibe su bautizo por el año 370, apenas era un joven de edad de 23 años y en esos tiempos recibió una de las ordenes menores dentro de la iglesia, se trata de “lector”. Posteriormente comenzó los estudios con el filósofo llamado Andragatio, y posteriormente siguió con Libanio, el cual en aquellos tiempos se había convertido en un orador muy famoso.

Luego de ver la elocuencia que tenía su discípulo, Libanio quedo realmente maravillado, y supuso que lo que le esperaba por delante era una carrera muy brillante en forma de legislador o estadista. Pero, cuanto tuvo un encuentro con el obispo llamado Meletio, entró en uno de los puntos más decisivos de su vida, este tomó la decisión de comenzar estudios teológicos acompañado de Diodoro de Tarso (quien se consideraba como uno de los líderes de la escuela antigua de Antioquia) al mismo tiempo que mantenía un ascetismo extremo.

Su actividad en la iglesia

Ahora bien, se puso muy ansioso en la búsqueda de una vida perfecta, lo cual lo llevo a convertirse pronto en un eremita, esto sucedió aproximadamente en el año 375, mantuvo esta condición hasta que la salud no se lo permitió, debido a que, hacia muchas vigilias excesivas y ayunos en los tiempos de invierno, retomó su actividad como lector regresando a Antioquia. Crisóstomo siempre admiraba mucho el monasticismo activo y utilitario, llego a pronunciarse mucho en contra de los peligros que conlleva una contemplación ociosa.

En el año 381, recibió la orden de diacono, el encargado de ello fue Meletio de Antioquia, y ya en el año 386, el obispo Flaviano I de Antioquia lo ordenó como sacerdote. Por lo visto, este se convirtió en el momento de mayor felicidad que ha tenido en toda su vida. Tenía como la tarea principal, el predicar la palabra. Poco a poco fue ganándose una popularidad muy grande, y esto se encontraba relacionado con su increíble elocuencia. Son muy dignos de mencionar todos los comentarios que llevo a cabo de varios pasajes bíblicos, y también la forma en la cual pudo exponer las enseñanzas morales, las cuales quedaron guardadas y recordadas para siempre en sus Homilías.

Oración a San Juán Crisóstomo

San Juan Crisóstomo, siempre nos alentó a que tuviéramos una vida llena de sabiduría, a que leyéramos la palabra de Dios y nos empapáramos de él. Sus sermones eran tan elocuentes que los podremos recordar cuando hagamos estas oraciones.

Oh doctor insigne, san Juan Crisóstomo!,
tú que siempre alentaste con sabiduría
la práctica de la justicia y de la caridad
y que con tus elocuentes sermones
predicaste con brillantez la Palabra Divina,
ilumínanos con tu obras y palabras
y fortalécenos en los momentos difíciles
con el ejemplo de tu invencible constancia.
Obispo San Juan Crisóstomo
tú que demostraste enorme fortaleza y valor
ante las más duras pruebas a que fuiste sometido,
que fuiste difamado, injustamente acusado,
perseguido, agredido brutalmente y desterrado,
concédenos le energía y el ánimo necesario
para sobrellevar estos momentos difíciles
llenos de amargura y desconsuelo,
haz que no nos abandonen la fe y la esperanza,
para que podamos continuar la lucha
a pesar de las injusticias que nos rodean,
para que, fortalecidos y ayudados
con tu benéfica intercesión
podamos salir victoriosos en:

(hacer la petición)

San Juan Crisóstomo,
tú que fuiste sal de la tierra y luz del mundo,
tú que difundiste con claridad las Enseñanzas,
y con santa paciencia resististe en los infortunios
defiéndenos a todos de la injusticia y el error,
lleva nuestras suplicas a Dios Padre Todopoderoso
y ruégale nos conceda lo que confiadamente solicitamos.
San Juan Crisóstomo,
pídele también que nos ayude a amar al prójimo,
que nos de la gracia de asumir el Evangelio
como camino, regla y vida en nuestro ser y actuar,
y que nos bendiga con los dones y talentos necesarios
para alcanzar la Gloria Celestial.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Otros doctores de la Iglesia:

San Agustín
San Alfonso Ligorio
San Anselmo
San Basilio Magno
San Bernardo de Claraval
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