La envidia

La envidia, podría ser definida como la tristeza o el rencor que padece el envidioso, motivado por que las cosas le vayan bien a alguien, junto al deseo de que dicha fortuna le acompañe a uno mismo. Se trataría de uno de los 7 pecados capitales, oponiéndose al décimo mandamiento que afirma «No codiciarás los bienes ajenos».

Sería también la propia alegría que sentiría aquella persona, cuando otra tiene mala fortuna. Una persona es envidiosa cuando se compara los demás, y únicamente trata de ver lo que la otra persona tiene o hace, y que tú no posees o no puedes hacer. Cuando te sientes mal porque a tu vecino le vayan las cosas mejor que a ti, o cuando tu amiga está delgada pese a que no hace dieta, o cuando te alegra saber que a una persona que te ha hecho algún mal, le ha sucedido algo malo.

Puede verse representada de varias formas:

Comparando tus bienes o tus males con los de los demás, la propia comparación es el germen de la envidia.

Sentir resquemor por las habilidades, cualidades, bienes o logros de otra persona, porque no los puedes poseer.

Desear aquellos bienes de los demás, siendo del mismo tipo que la codicia.

Querer que los demás no puedan poseer aquello que tú tampoco tienes.

La envidia es un pecado difícil de detectar y observar, ya que las personas envidiosas rara vez hablan de dichos sentimientos, ya que manifestarlos abiertamente podría provocarles enemistad, por ello es complicado de observar. La envidia forma parte de aquellos malos pensamientos que debemos evitar.

Otro problema en su detección, es que aquella persona envidiosa se cree con derecho a serlo, piensa que es un deseo natural, incluso necesario, y que no constituye un pecado en si mismo. Sólo en caso de que dicha envidia se materialice, provocando un daño a un tercero, puede darse cuenta el envidioso. Criticar o calumninar a otro frente a terceros, es una muestra más de envidia.


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