La avaricia

La avaricia, proviene del latín «avarus», que significa «codicioso», es el deseo y ansia excesiva por obtener riqueza.

La especial maldad de este pecado, consiste en la búsqueda continua de obtener propiedades, dinero y demás, con el único objetivo de vivir por y para eso.

Es conocido como un pecado capital, ya que por medio de dicho enriquecimiento se cometen otros mucho pecados, y en algunos casos, mucha gente lo «esconde» atribuyendo dicha avaricia a una búsqueda de un ahorro para el futuro. Este pecado capital consiste en tener una fuerte ambición por lograr la posesión de cosas materiales. Somos personas avaras, cuando lo único que queremos es obtener bienes materiales, y no importa lo que hagamos para conseguirlos.

No hay que confundir la avaricia con el deseo de superarse económicamente a uno mismo por medio del trabajo honrado, lo que sería correcto. El problema recae cuando únicamente se piensa en obtener más, en lugar de concentrarse en ser mejor persona con el prójimo.

El propio décimo mandamiento se muestra en contra de la avaricia, pues expresa «No codiciarás los bienes ajenos», dejando claro que esta sería una muestra de avaricia, siendo este uno los de siete pecados capitales.


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