Es común observar la falta de humildad en las personas, podemos ver a nuestro hermano pasar por dificultades o momentos de tristeza, y simplemente lo ignoramos. Creemos merecer nosotros la atención de los demás, pero no nos dignamos en ayudar a quien lo necesita.
En este sexto día, San Judas Tadeo, nos invita a ser humildes, a entender que todos somos hermanos y a dejar el orgullo y altivez a un lado. No podemos pretender ganar el cielo, si nuestros actos dicen una cosa y nuestra boca otra, las apariencias se quedan en eso. Debemos ir a los hechos y ser testimonio de la palabra de Dios, solo así disfrutaremos de la presencia de Dios en nuestra vida toda una eternidad.
A continuación la Humildad de San Judas Tadeo, sexto día:
En el cántico la Magníficat, oímos las dulces y contundentes palabras de María: “y ensalzó a los humildes; porque ha puesto Dio los ojos en la humildad de su esclava, he aquí que me llamaran desde ahora, bienaventurada todas las generaciones”.
Dios ha demostrado abiertamente su predilección y protección por los humildes, lo ama y no lo olvida. Luego de pasar por duros momentos lo eleva como el más predilecto y amado de sus hijos, a la gloria. Nuestro Padre amado, descubre los secretos del humilde y lo atrae minuciosamente a él.
Es de resaltar y rescatar la humildad de San Judas Tadeo, brilla excelentemente en su carta, de una manera muy especial. Ya que no se eleva de gloria al ser pariente de Jesús el Redentor del mundo y de nuestra madre María Reina de los cielos y la tierra, prefiere nombrarse siervo de Jesucristo y hermano de Santiago. Aflorando en él su humildad y obediencia a Jesús.
Cumpliendo la palabra de Dios, pues aquel que se humilla, será exaltado, por ello el hecho de que San Judas brille destellante en el cielo como una estrella de primera magnitud en unión con los otros apóstoles, y también en la tierra por su humildad profunda. Ayudando a todos aquellos sus devotos que invocan su santo nombre con humildad y confianza, socorriéndolos eficaz y prontamente.
Entonces aprendamos a imitar esta hermosa condición de San Judas, donde la humildad nos hace merecedores de un especial trato, ser pequeños ante sus ojos, nos auxiliará en todas nuestras necesidades y está presto a ayudarnos, su misericordia nos acompañará.
Amén.
Ser humildes es lo ideal, pidamos pues a San Judas Tadeo nos ayude en esta tarea, recemos con mucha devoción un Padre Nuestro y una Ave María.