Dar de comer al hambriento

El comer constituye una necesidad básica de la vida, que también incluye momentos para compartir y socializar, tanto con familiares como con otras personas.  Hoy en día el preparar comida se ha vuelto una profesión muy demandada, e incluso un arte.

Hay un dicho popular que dice ‘’barriga llena corazón contento‘’, ciertamente saciar el hambre puede llenarnos de satisfacción, pero cómo pueden estar aquellos que pasan hambre, ya bien sea por un estado de miseria o por otras circunstancias como una guerra, e incluso, algunos lugares del mundo han pasado lo que se le ha llamado tiempos de hambre.

Aunque muchas veces lo vemos como situaciones lejanas, no podemos ser indiferentes ante este drama de la humanidad, por ello, la segunda obra de misericordia referida por Jesucristo nos invita a dar de comer al hambriento.

¿Por qué dar de comer al hambriento?

«El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo.» (San Lucas, 3:11)

Jesucristo se identifica con quien pasa hambre y nos dice que el Reino de los cielos está abierto para aquellos que se conmueven y le dan de comer al hambriento, en este acto de misericordia, sentir la miseria del prójimo, es sentir compasión y el amor de Dios.

Para realizar esta obra de misericordia, no solamente es necesario dar de comer al hambriento, sino que hay una forma más elevada que se puede poner en práctica, que es el ayuno, en este sentido, al ayunar, se le está dando oportunidad a que otro reciba el alimento.

Dar de comer al hambriento, va más allá de calmar el hambre de otros, es sentir compasión ante la injusticia que viven otros, es compartir como hermanos con otros, y es recibir la bendición de Dios.


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