Es muy común en nuestro mundo hablar de las últimas tendencias de la moda, consejos para vestir de acuerdo a cada ocasión o para cada temporada del año, pero en contraste a todo esto, hay personas que no tienen que vestir.
Dios fue el primero en realizar la obra de misericordia de vestir al desnudo, cuando vistió a Adán y Eva, después de haber cometido el pecado.
Vestir al denudo es algo tan sencillo como compartir algo que otro está necesitando, en este caso, ropa que no usamos o tal vez nos gusta mucho, este acto de desprendimiento va mucho más allá del plano material.
¿Por qué vestir al desnudo?
Con la obra de misericordia de vestir al desnudo, aprendemos a compartir la vestidura del honor, del respeto a la dignidad y protección hacia los demás, siempre tenemos que cubrir la desnudez del prójimo con caridad, que tal vez, nunca ha tenido la oportunidad de recibir.
Al compartir ropa con el que no tiene, no se debe sentir lástima, asco o pensar que esto será retribuido materialmente, este acto de fe cristiana se refiere en ver en el necesitado el rostro de Jesucristo, concretamente es entregarle amor.
A veces desnudamos también al que está vestido, cuando lo señalamos, lo acusamos, lo criticamos injustamente con juicios de valor porque viste mal, pobre o andrajoso, por ello al obrar con misericordia debemos ser humildes, saber compartir y entregar generosidad.
Una verdad trascendental en nuestra existencia, es que somos importantes porque somos hijos de Dios, y no por los bienes materiales que tenemos. El vivir desprendido de los bienes materiales nos ayuda a realizar obras de misericordia, así alcanzar la sabiduría y la armonía interior, y Dios nos colmará de grandes bendiciones.