Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios

Las bienaventuranzas son el fiel cumplimiento de una promesa que va dirigida a todos los que se dejan guiar por las exigencias de la verdad, la justicia y el amor; pero aquellos que se entregan a Dios y a sus promesas, son considerados frecuentemente por el mundo como ingenuos.

Actualmente en nuestra sociedad, que se hace llamar cívica, podemos notar que la gente es grosera y falta de respeto con el prójimo; algunos líderes atacan a su pueblo e incluso propician el enfrentamiento contra otros pueblos por diferencias políticas o religiosas, en estas circunstancias, muchos se preguntaran ¿cómo puedo encontrar la paz?

Esta bienaventuranza nos dice que la paz es un don mesiánico y una obra humana, pero para que exista paz debe haber una relación directa entre el hombre y Dios, entre el hombre y su prójimo, y del hombre consigo mismo.

Por ello esta séptima bienaventuranza, engrandece a los que trabajan por la paz, a los que por amor a Dios se dedican a construir la paz con la voluntad personal de vivir en armonía con los demás y para los demás.

A quienes trabajan por la paz, también se les conoce como pacificadores, ya que buscan la reconciliación entre aquellos que pelean, se alejan de la violencia, ponen sosiego en su corazón ante las tentaciones, y no encuentran ningún motivo para oponerse a Dios, más bien se sumergen en él y son instrumentos de la paz con los demás.

¿Cómo los que buscan la paz logran ser hijos de Dios?

 Todo aquel que invoca a nombre del señor estará a salvo, en este sentido, Jesucristo, declara con esta bienaventuranza, que aquellos quienes se han encomendado a la verdad, a la justicia, al amor, y a trabajar por la paz tanto interna como la del prójimo, a imagen y semejanza de Dios, tendrán la experiencia gozosa de ser llamados hijos de Dios.


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Bienaventurados los que buscan la paz


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