Sexta Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.

Al empezar cada día, lo más lindo que podemos hacer, es encomendarnos a Dios. Colocar todo en sus manos, pedirle nos guíe e ilumine, empezar con su bendición cada jornada diaria, une nuestro corazón al del Señor y nos enseña a ser sus testimonios de amor.

Vemos cómo en esta sexta estación del Vía crucis, una mujer mira el dolor de su Maestro y limpia su sangre y sudor. Este ejemplo es el que debemos tomar para nuestras vidas, donde tengamos la disposición de limpiar el sufrimiento de nuestros hermanos, de no hablar mal de ellos, ni sentir envidia ni enfado, por la alegría de los demás, al contrario celebrar también sus triunfos y alegrarnos junto con ellos.

A continuación la Sexta Estación del Vía crucis, La Verónica limpia el rostro de Jesús:

V- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos,

R- Que por tu Santa Cruz, redimiste al mundo.

Consideración:

Una de sus devotas más fervientes y cercanas, La Verónica al ver en Jesús su rostro fatigado y lleno de sangre y sudor, sin ningún temor se acercó a él  y le ofreció limpiar su santo rostro con un lienzo. Aceptando la ayuda de aquella mujer y tomando el lienzo limpio su rostro, un rostro que quedó impreso en aquel lienzo, una imagen que siempre permanecerá no sólo en este trozo de tela, sino en el corazón de todos sus seguidores y devotos.

Me abres tus brazos cada vez que te busco,

Me tomas y me das calor espiritual,

Desde que me recibiste en este mundo,

Es tu amor infinito mi tesoro,

Te amo, mi Maestro,

Te adoro y glorifico tu Nombre Santo.

Amén.

 

Al terminar esta sexta estación rezamos una Ave María, pidiendo a nuestra madre nos cubra con su manto e interceda por nosotros.

 

 

 


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