Oración de sanación de los recuerdos

La oración de sanación para los recuerdos es una oración divina que puedes aplicar tanto en momentos de angustia, de desesperación, de temor, momentos depresivos, momentos en que sientes que ya no puedes ofrecer más de ti. Como también en momentos de felicidad, de añoranzas, de iluminación, días en los que te sientes capaz de todo y más, que puedes esforzarte por conseguir lo que te mereces, para que Dios en ese momento te ayude y te los otorgue. Una oración de agradecimiento, y petición por un hermano, para que sea envuelto en los brazos del Señor y le dé un corazón lleno de regocijo y espíritu salvo de todo pecado.

A continuación, te enseñaré la oración para sanar los recuerdos.

Padre bondadoso, padre amoroso,
te bendigo y te adulo, te agradezco
porque por el amor que nos tienes nos diste a Jesucristo.
Gracias Señor porque la iluminación de tu espíritu
entendimos que es la luz guía de nuestro sendero,
la verdad y el buen pastor,
que ha muerto por nosotros para que vivamos
y vivamos en felicidad.
Hoy, padre, traigo ante tu presencia a este hijo(a). 

Tú ya lo(a) conoces por su nombre,
hoy te lo(a) ante ti, Señor,
para que seas tú quien lo mire con tus ojos bondadosos
y bendiga su vida.
Tú conoces su trayectoria de su vida, conoces sus heridas
y conoces su corazón.
Tú conoces los proyectos y cosas que se ha propuesto
y no ha logrado alcanzarlos.
De igual manera, conoces lo que él ha hecho y le hicieron que lo lastimó.
Tú conoces sus miedos, sus errores, los límites de su prudencia y sus pecados.
Conoces los traumas y fallas de su vida.

Hoy, mi Señor,
te rogamos que por el cariño infinito que le tienes
a tu hijo, nuestro Salvador Jesucristo.
bañes con tu espíritu santo a este hermano(a)
para que el fulgor de tu amor curador,
se interne en lo más profundo de su corazón.
Tú que cierras las heridas en corazones rotos
y sellas las quemaduras de su alma
cura a este hermano(a), padre.
Intégrate en su corazón, Señor Jesús,
de tal manera como entraste en el hogar
donde se encontraban tus discípulos aterrados.
Tú te pusiste en el medio de todos y dijiste tus palabras
«La paz esté con vosotros».
Intégrate en este corazón e infunde tu paz.

Expándelo y llénalo con tu amor,
porque sabemos que el amor todo lo sana, hasta el más grande temor.
Cabalga su vida y cura su corazón.
Conocemos, Señor,
que tú haces lo que te pidamos siempre y cuando lo hagamos con fe,
y esta vez, te lo pedimos con María,
nuestra Madre Celestial, la que estuvo en las bodas de Caná
cuando no había vino y tú respondiste a su deseo,
convirtiendo el agua en vino.
Transforma su corazón y conviértelo en uno amable,
un corazón generoso, un corazón bondadoso,
conviértelo en hombre nuevo.
Haz que sobresalgan, mi Señor, en este hermano(a)
las semillas de tu presencia.

Dale de la semilla de tu espíritu que es el amor,
la armonía y la felicidad.
Haz que llueva encima de él
el espíritu de las santidades,
para que así él pueda saborear las riquezas que sólo Dios brinda
y así él lo busque, para que cada día viva sin complejidad
ni peleas con su cónyuge, familiares, amigos.

Padre mío, te agradezco
por todo lo que el día de hoy estás haciendo con su vida.
Te agradecemos de todo corazón
porque tú nos curas,
porque tú nos desatas de los males,
porque tú destruyes las cadenas que nos oprimen
y nos das la libertad necesaria.
Padre mío, te agradezco porque somos templos de tu santo espíritu,
un templo indestructible
porque la casa de Dios no se destruye.

Mi Señor, te agradecemos por toda la fe que en ti tenemos.
Por el amor que has sembrado en nuestro corazones.
¡Que inmenso y bondadoso eres Señor!
Bendito y adulado seas, mi Señor.


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