Novena al Espiritu Santo

Somos pecadores y como pecadores debemos buscar la conversión, entender que Dios con todo su amor y misericordia está dispuesto a perdonar nuestros pecados, por eso debemos confiar en su perdón y tratar de no volver a caer, para no ofender y ganar nuestra salvación.

Quizás no es un camino fácil, pero no imposible cuando en verdad sentimos el llamado de Dios, el cual sentimos gracias al Espíritu Santo quien penetra nuestra alma y nos guía por la rectitud y la santidad, estar en constante oración y pidiendo la protección de Dios es la garantía que tu fe será, una fe ardiente y verdadera.

A continuación la Novena al Espíritu Santo:

Oración para todos los días

Ven, Espíritu creador del cielo y la tierra,

Entibia mi mente y permanece en ella,

Aquí te pongo mi corazón enciende tu fuego en mi,

Tú me has creado y me has conservado.

Oh, espíritu de Dios gran consolador,

Fuente de agua viva de amor y de fuego que brota calor.

 

Tu Espiritual y Sagrada Unción,

Tu, promesa tan magnífica que sigue el mandato del Padre,

Tú, poder emanado de la diestra paternal  que él con todo su amor,

Que nuestra oración escucho.

 

Ilumina  con tu luz mis sentidos para alejarme del pecado,

Enséñame a sentir en mi corazón los sentimientos más nobles y sinceros,

Con tu fuerza celestial debilita la corrupción y flaqueza de mi corpóreo templo,

Destierra muy lejos al enemigo,

Concédenos la paz que dentro de ti encontramos,

Con tu luz como guía,

Podamos evitar toda culpa que nos quiera perturbar.

Bajo tu amparo me acojo y te suplico,

Que al hacer esta novena,

Pueda yo transformar mi vida y con tu Espíritu en mi presencia,

Gocemos siempre de tu consuelo y el perdón de los pecados.

¡A Dios Padre, todo el honor, la alabanza y la Gloria!,

Por los Siglos de los Siglos,

Amén.

Invocación al Espíritu Santo

¡Oh Espíritu Santo!

Ven y toca nuestras almas,

Envía tu luz desde el cielo,

Y deja que tu rayo de paz nos toque.

 

Padre de los pobres y desdichados, ven a tus hijos ven,

Tú de dones franco y espiritual, ven,

Tú de corazones lúcido y con noble reparo, ven,

Sobre tus hijos, ven ahora.

 

Consolador, dulce, soberano y sabio amor, ven,

Huésped de las almas ven a recoger la mía,

Suave regalo que del cielo brillo, ven,

En las tinieblas y apartando la oscuridad, ven.

 

En los momentos de dificultad y contratiempos,

En la jornada de trabajo y su descanso,

Eres consuelo que apacigua  mi llanto,

Templanza y furor ardiente.

 

Rayo de luz que ilumina a todos los cristianos,

Acaricia mi pecho,

Llega hasta mi corazón,

Infunde en mí el amor puro y casto.

 

Si te busco y tú no estás,

No encuentro nada,

Cuando tu luz es la que alumbra,

Lo hallo todo,

Contigo todo existe y todo se puede.

 

Limpia y lava con tus aguas claras,

Todo lo manchado,

Expande tu riego a la árida tierra,

Pasa sanando el cuerpo que se encuentra enfermo.

 

Quien a ti no te ame,

Doblega y entra en su morada,

Ablanda las almas duras,

Que con el pecado se han manchado.

 

Toma las ovejas que fuera del camino,

Hoy deambulan perdidas,

La frialdad que en la  maldad se hay encontrado,

Enciende tu fuego santo.

 

Tus fieles te aclaman y esperan,

En ti confiamos,

Con tus preciosísimos dones,

Del santo sagrario.

 

Huésped sin igual virtudes,

Esfuerzo por el que trabajamos,

De las brisas al gozo eterno,

Esplendido concilio de descanso.

Amén.

Oraciones finales para todos los días

(Excepto el último día de la novena)

Himno al Espíritu Santo

Ven, Espíritu creador celestial,

A nuestras almas acudid,

Las almas que tú creaste,

Inflama de gracia espiritual.

 

Dulce paráclito y espléndido  Espíritu,

Don amoroso del Padre eterno,

Fuente viva y especial consuelo,

Unción espiritual y lágrima santa.

 

Con tus Dones tú te me presentas,

Fuente de promesa paternal,

Con la protección de Dios Padre,

Venga a nuestras lenguas te venimos a adorar.

 

Acrecienta nuestros sentidos,

Inflama nuestro corazón,

Compadécete de nuestros cuerpos flacos,

Y manda tu virtud espiritual.

 

Aparta y aleja a los enemigos,

Que tu luz divina brote en mí andar,

Y teniéndote de guía,

Corramos de la maldad.

 

Y en el nombre del Padre y el Hijo,

En este nuestro peregrinar,

En una sola palabra creamos,

De tu Divinidad implorar.

 

Que sea la gloria al Padre,

Una gloria inmortal al Hijo,

Y por toda la eternidad,

Al Espíritu fuente de inspiración.

Amén.

 

Oración

¡A tus pies Santo Espíritu! Consolador de mi alma y mi corazón, fuego y luz fuente celestial del divino ardor de los corazones sediento que habita en los humanos, si es para tu agrado y si tu majestad me lo otorga, que el deseo que hoy te pido en este momento especial, sea a tu bien concederme por mi benignidad. Y si no es tu voluntad aleja mi petición. Recibo tus gracias que viniendo de ti, serán para tu Gloria y Honra y para salvar mi alma. Amén.

En silencioso y fervoroso momento pedimos la gracia que hoy estamos necesitando, luego concluimos con una antífona, verso, respuesta y las siguientes oraciones:

Antífona.

No los dejaré abandonados, aleluya; camino y regreso a vosotros, aleluya; y sentirá alegría vuestro corazón, aleluya, aleluya.

  1. Esperamos Señor tu Espíritu santo,

  2. Y serán creados y renovados todo lo que está sobre y dentro de la tierra.

Oración

¡Oh Dios que instruiste con la luz de tu corazón  a los fieles que en plenitud siguen eternamente al Espíritu Santo, ayúdanos a sentir con el mismo Espíritu la rectitud de nuestro actuar y gozar de tu consolación en medio de nuestra aflicción, dándonos la serenidad que a ti suplicamos!

Tú que reinas y que en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, reina la unidad. Por los Siglos de los Siglos. Amén.

En este momento se reza la oración correspondiente al día de la Novena.

Primer día de la novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh espíritu Santo! Fuente del mayor consuelo, agua viva que purifica mi alma y que en el momento de la creación del mundo tu bendición impartiste sobre las inmensas aguas que rondaban el mundo, y las puras y cristalinas aguas del Jordán que derramó el bautismo en Jesucristo.

Señor mío Jesucristo, yo te ruego que humectes mi árida y seca vida con el calor y fuente sagrada de amor. Que nunca me falte y que me permita llegar a la vida eterna, la gracia que en esta novena hoy yo te pido sea para el provecho de mi alma y para la salvación de mis pecados. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu santo y concluir con las oraciones finales.

Segundo día de la novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Que sin igual reparo no dudaste en elegir a la virginal María como madre de Jesús y corredentora del Mundo, tú que viste en ella una mujer libre de mancha, quien con humildad y sin espanto dijo SI a tu llamado y acepto concebir en su vientre a nuestro amado Jesús, concédenos que seamos dignos de recibir el verbo eterno y que por sus llagas y cada sufrimiento que en la cruz tuvo que padecer, yo sea digno de pertenecer a tu cuerpo místico y morar a tu lado, porque sé que tú me levantas y me tomas con tu sagrado corazón, recordándote que me amas.

En este segundo día de la novena pueda yo en rectitud seguir la línea que señala tu paraíso santo, ven a mí gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Tercer día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Te posaste sobre Jesús desde el día en que recibió el Bautismo por tu amado y consentido hijo Juan Bautista, quien siguiendo tus preceptos tuvo esta honorifica misión, y desde entonces has habitado en todo tu esplendor humano sobre él. Ayúdanos a imitar la obediencia y la humildad de Jesús y enséñanos a ser dignos de recibiste, te rogamos que permanezcas en nosotros.

No somos nada sin ti, contigo todo, tu delante y atrás, a la izquierda y derecha de cada uno de tus seguidores. Ven a mi gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Cuarto día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Santa y tenue nube que con la omnipotencia sublime y fugaz faena hiciste sombra en el monte Tabor, en el inspirador suceso de la Transfiguración del Señor. Amparaste e ilustraste en aquel monte santo a los apóstoles en su infundido temor y así comprender noblemente la Ascensión de nuestro amado Maestro, dándoles mucho fervor y una luz incandescente que penetrando en ellos, pudieron discernir  en tu consentimiento y tus designios.

Facultad nuestra alma para que en regocijo pueda yo también ser discípulo siguiendo los pasos del Maestro. Ven a mi gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Quinto día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Viento dador de tranquilidad y esmero, tú que en el Cenáculo no dudaste en presentarte, e infundir tu Espíritu sacramental y aclarando en los que te admiran tu luz  y claridad para el andar. Mira a este tu fiel, quien en su peregrinar y con las más ingenuas y acortadas palabras manifiesta su admiración, llega expandiendo en mi tu Sabiduría y que mis oraciones se acerque a tus deseos, es lo que más yo quiero, pues reconozco que tengo hambre y sed de ti.

Que mi pequeño espíritu sea digno de ti, que las barreras del pecado, te esmeres tú en borrar, para que con los coros celestiales, te alabemos. Ven a mi gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Sexto día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Sol divino sin igual imagen, sabiduría y entendimiento que aparece de la nada, solo tú con tus esplendores tienes una onda santa y celestial. Tu divinidad se propaga y en honor y seguimiento, los apóstoles como ovejas mansas y obedientes de tus sagradas palabras, te siguieron y son testimonio fiel de tu secreto. Infunde en nosotros también el entendimiento, y que en una sola reverencia con temor a ofenderte te adoremos eternamente.

Dichosos nos sentimos, que se irrite el enemigo e impulsados por ti, podamos llevar nuestro ofertorio, siendo seguidores de tu palabra y sometidos a tu protección. Ven mi gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Séptimo día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Amantísimo Espíritu que en Pentecostés como lenguas de fuego, hiciste tu presencia  sin igual sobre los apóstoles seguidores y amados tuyos. Con tu bondad y tu gracia penetra en nuestros corazones infundiendo en nosotros también el fuego de tu amor, para que sea tu espíritu el impulso que repare nuestras vidas y en una sola reverencia o alabado Espíritu mío, tengas a bien posarte.

Abrazo a tu luz y con tu obra divina, ayúdame a continuar en la tierra que tú creaste, guárdanos de la mancha y preservarnos de lo inmundo. Ven mi gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Octavo día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Llama ardiente de caridad ferviente, reclinado y fugitivo fuego de caridad, sublime consuelo que al  más débil suele acompañar, sagrado y alabado Espíritu que permaneces de noche y día a nuestro cuidado, derrama tu luz y compadécete de los ingratos, ilumina a aquellos que aún desconocen tus riquezas y con la más leve suavidad atráelos a tu camino, redentor y salvador, dulce y sabia caridad míranos con bondad, te lo pedimos.

Ayúdanos a comprender lo que tú quieres de nosotros, solo en ti esperamos y a ti acudimos. Ven mi gran Señor. Amén.

Rezar un Padre Nuestro y tres Ave María en honor y gloria al Espíritu Santo y concluir con las oraciones finales.

Noveno día de la Novena

Empezamos con las oraciones preparatorias para todos los días.

¡Oh Espíritu Santo! Difunde entre tus fieles el amor y fervor a Dios, conserva mis labios ceñidos para el pecado, tíñeme con tu Preciosa Sangre, haz que nuestros corazones se conserven puros y márcanos con tu altísimo Espíritu, aumenta el fervor y la caridad que tanto necesitamos, bendice nuestros trabajos y fatigas. Como fruto de tu amor y de tu presencia santa, las almas que en ti encuentran consuelo, puedan evocar tu gloria, y que seas tú el instrumento que conduce nuestras vidas, en un ardiente deseo de querer pertenecer y no nos apartamos más de tus santos designios. Donde todos en comunidad peregrinos de este mundo, dejemos muy claro entender que tu llamado eficaz y celestial, hace en nosotros una gran presentación, inflamando tu devoción y divinidad santa.

De hoy en adelante solo quiero conocer tu camino, ¡Oh Santísimo y adorado Espíritu!

Repetir la siguiente antífona:

Cantamos un canto nuevo con letras melodiosas, hoy se han completado los días de Pentecostés, aleluya; hoy se multiplican los felices gozos, evocando el momento cuando el Espíritu Consolador se posó sobre los Apóstoles, aleluya; impartiendo el resplandor del fuego divino, reposo el Espíritu Santo como lenguas de fuego, sobre ellos se implantó, aleluya; se reproducen sus sabias palabras fecundas de mucha oración, les aumenta su amor y llena de incontables carismas, aleluya, aleluya.

  1. Sintieron el Espíritu Santo,

  2. Y pudieron proclamar su palabra en diversos idiomas.

Oración

Oh Dios que sin ningún recelo has compartido tu evangelio, haz vuelto la mirada a tu pueblo que junto a ti quiere caminar, haz de nosotros unos devotos y creyentes tuyos, que alejándose de lo ajeno hemos comprendido tus designios, donde en la debilidad te buscamos y nos refugiamos en ti. No me ocultes tu mirada santa, y con todos mis afectos condúcenos al divino y bendito corazón tuyo.

Tú que reinas por los Siglos de los Siglos.

Amén.

La importancia al realizar la Novena al Espíritu Santo, es colocar cada día una petición y a la vez un propósito, no olvidarnos de nuestros hermanos y compartir con ellos lo que esté a nuestro alcance. Concluimos con un Credo, rezado con la firme convicción de saber que Dios nos está escuchando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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