El orgullo o la soberbia, es la estima en uno mismo, o amor propio que no debería producirse, en busca de la atención y el honor hacia la propia persona, siendo esto contrario a Dios.
Por ello, se trata de una forma de blasfemar el alma, que provoca que se produzcan otros errores humanos. De forma estricta, se trataría del orgullo que busca aquella persona que trata de igualarse a Dios.
La soberbia es por tanto, amarse en demasía, haciéndonos despreciar a Dios y al resto. Somos personas con soberbia, cuando pensamos que somos capaces de hacer cualquier cosa, que no requerimos de Dios, ni de nadie más, cuando pensamos que somos los más inteligentes, los más perfectos, y tomamos por personas de menor valía a los demás, cuando una persona es presumida o le gusta ser el centro de atención, o cuando pretendemos que todo el mundo actúe según nuestro parecer, cuando creemos que merecemos todo, o cuando sólo hablamos de nosotros mismos.
Las personas que padecen de soberbia, se pueden manipular con facilidad, basta con enaltecer su ego, para poder obtener de ellos cualquier cosa, y de forma general, bajo ese escudo de arrogancia, se esconde una baja autoestima, propia de una persona que sufre. Siempre pretenden salirse con su objetivo a cualquier coste, lo que provoca una vacío emocional y una gran desdicha, aunque traten de disimularlo con una capa de contento y alegría.
La soberbia es por tanto, uno de los mayores pecados según la Biblia, y además es una de las raíces mismas del pecado, siendo su origen el mismo pecado original. Como en el primer pecado, se trata de la rebeldía frente a Dios, en el deseo de los hombres de considerarse como dioses, creyendo conocer el bien y el mal.
A continuación algunas formas de que quede representada la soberbia:
-Ser vanidoso: La búsqueda del aprecio y de quedar bien frente a los demás.
-Ser engreído: Creerse muy importante, pensar que uno es más de lo que realmente es.
-Ser arrogante: Mostrar una actitud de superioridad frente al resto.
-Ser autosuficiente: Pensar que una persona es capaz de hacerlo todo por uno mismo, sin necesidad de Dios, ni de otras personas.
-Ser susceptible: No aceptar las críticas o correcciones, o molestarse por ellas sin razón.