Dar posada al peregrino

En mundo actual hay una gran cantidad de migrantes por razones y motivos variados, entre los que se encuentran los refugiados; el peregrino ya no es una figura lejana sino que está más presente en las calles de nuestras ciudades.

Si miramos con indiferencia el doloroso viaje de estas personas, es que hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraternal, por ello la cuarta obra de misericordia dictada por Jesucristo consiste en dar posada al peregrino.

¿Por qué dar posada al peregrino?

Dar posada al peregrino es acoger al amigo o al extraño, es hacer un espacio,  seguro y estable, para el que necesita ayuda, es proteger a quienes se ven amenazados, perdiendo nuestra propia comodidad y compartiendo nuestro bienestar con alegría interna y externa.

Jesucristo mismo dijo que se haría presente en el necesitado, y uno de ellos sería el peregrino a quien debíamos hospedar, darle agua, descanso y comida; siendo Dios aquel peregrino que al alojarse en nuestras vidas nos aloja en su paz, sin tener en cuenta nuestras miserias, porque no viene a condenarnos sino a salvarnos.

También existe el peregrino espiritual, que son personas que vagan solas sin seguridad ni horizonte, y que necesitan la acogida y el acompañamiento espiritual que les haga sentirse seguras y que han llegado a buen refugio.

La hospitalidad es un valor esencial en las personas, es algo que todos necesitamos cultivar, y como obra de misericordia adquiere aún mucho más sentido espiritual.

Cuando damos posada al peregrino, abrimos la puerta del corazón, abrimos la puerta a Dios.


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