Adviento, viene el Salvador

“Huele a Navidad” se escucha por ahí. Y es que al acercarse el mes de diciembre comienzan los preparativos para las fiestas de Navidad y Fin de Año. No obstante, entre una cosa y otra, a veces olvidamos los preparativos más importantes, el adviento.

La palabra “adviento” se refiere a tiempo de espera. Y es precisamente la preparación para recibir al Salvador lo que motiva esta fiesta cristiana. En este sentido, el tiempo de adviento inicia cuatro domingos antes de la noche de Navidad y es precisamente cuando comienza el calendario católico.

 

Esperar al Mesías

Este tiempo de espera no nos invita a sentarnos y cruzarnos de brazos mientras nace el niño. Al contrario, el adviento es el momento propicio para limpiar la casa, tal y como se acostumbra a hacer en muchas partes del mundo, donde se limpian, se pintan y se adornan los hogares en vísperas de Navidad. No obstante, en este caso debemos limpiar y retirar las telarañas de nuestra casa interior, de nuestra alma.

Cuando el Salvador llegó, en Belén hace más de dos mil años, para Él no había posada. No había una casa preparada para recibirlo. Entonces hoy, cuando cada año celebramos su nacimiento, debemos desempolvar nuestro corazón, nuestra vida, para recibirlo, para darle abrigo al nacer.

 

Recibir al Salvador

De ninguna manera querremos recibir al salvador en una casa sucia. Entonces debemos prepararnos para recibirlo en las mejores condiciones. Una forma de hacerlo es a través de la figura de la corona de adviento. Un elemento que simboliza el camino durante el tiempo de espera.

Cuatro velas en un círculo de follaje verde envuelto en un listón rojo conforman este símbolo del adviento. Cada semana se prende una vela en familia, se lee un fragmento del evangelio relacionado con el nacimiento del Niño Dios y se fija un propósito relacionado con la limpieza necesaria para su recibimiento.


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