Salmo 102

¿Cuál es el salmo 102?

1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor.

2 Señor, escucha mi oración

y llegue a ti mi clamor;

3 no me ocultes tu rostro

en el momento del peligro;

inclina hacia mí tu oído,

respóndeme pronto, cuando te invoco.

4 Porque mis días se disipan como el humo,

y mis huesos arden como brasas;

5 mi corazón se seca, marchitado como la hierba,

¡y hasta me olvido de comer mi pan!

6 Los huesos se me pegan a la piel,

por la violencia de mis gemidos.

7 Me parezco a una lechuza del desierto,

soy como el búho entre las ruinas;

8 estoy desvelado, y me lamento

como un pájaro solitario en el tejado;

9 mis enemigos me insultan sin cesar,

y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.

10 Yo como ceniza en vez de pan

y mezclo mi bebida con lágrimas,

11 a causa de tu indignación y tu furor,

porque me alzaste en alto y me arrojaste.

12 Mis días son como sombras que se agrandan,

y me voy secando como la hierba.

13 Pero tú, Señor, reinas para siempre,

y tu Nombre permanece eternamente.

14 Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,

porque ya es hora de tenerle piedad,

ya ha llegado el momento señalado:

15 tus servidores sienten amor por esas piedras

y se compadecen de esas ruinas.

16 Las naciones temerán tu Nombre, Señor,

y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:

17 cuando el Señor reedifique a Sión

y aparezca glorioso en medio de ella;

18 cuando acepte la oración del desvalido

y no desprecie su plegaria.

19 Quede esto escrito para el tiempo futuro

y un pueblo renovado alabe al Señor:

20 porque él se inclinó desde su alto Santuario

y miró a la tierra desde el cielo,

21 para escuchar el lamento de los cautivos

y librar a los condenados a muerte.

29 Los hijos de tus servidores tendrán una morada

y su descendencia estará segura ante ti.

22 para proclamar en Sión el nombre del Señor

y su alabanza en Jerusalén,

23 cuando se reúnan los pueblos y los reinos,

y sirvan todos juntos al Señor.

24 Mis fuerzas se debilitaron por el camino

y se abreviaron mis días;

25 pero yo digo: «Dios mío,

no me lleves en la mitad de mi vida,

tú que permaneces para siempre».

26 En tiempos remotos, fundaste la tierra,

y el cielo es obra de tus manos;

27 ellos se acaban, y tú permaneces:

se desgastan lo mismo que la ropa,

los cambias como a un vestido, y ellos pasan.

28 Tú, en cambio, eres siempre el mismo,

y tus años no tienen fin.

Oración de un afligido

El salmo 102 es una suplica de restauración hacía Sión, pero que también habla de un hombre en peligro de muerte que pide por sí mismo. El salmo puede dividirse en tres partes en sus 29 versículos. La primera es el afligido que se dirige a Dios por estar al borde de la muerte y es hostigado por los impíos.  La segunda es una suplica por el monte Sión, que se restaure y libere a los cautivos. Y su última parte es como la continuación de la primera, abre y cierra del mismo modo con la plegaria para que se le perdone la vida y no lo deje fallecer.

Justo rezando por la salvación

Pareciera entonces que es una oración compuesta por dos temas distintos y que el segundo fragmento fuese una adición para que se le viera un sentido colectivo y no individual. Además cada uno tiene un estilo propio, el del enfermo es lamentoso y cansado, mientras que el colectivo es vivo y elocuente. Como se habla de la restauración de la nación se cree que aun se encuentran en la época de destierro y que supone que el salmo fue escrito en los días del cautiverio de babilonia. El resto del salmo que no fue añadido es de una fecha anterior pero que no se concreta.

¿Qué significa los versículos del salmo 102?

De forma típica el salmista comienza con frases que se usan para llamar la atención de Dios, él está totalmente consciente de su debilidad y le pide a Yahvé que lo escuche porque se encuentra en una situación angustiosa de la cual se debería hacer cargo ya que es el único que puede librarle de ella. Hay metáforas muy hermosas que describen su tristeza en su vida porque cada día se va como si fuese humo, está enfermo con dolores fuertes en los huesos y fiebre tan alta como un horno. Su corazón pierde fuerza, que es el centro de su cuerpo, de su vida, no le dan ganas de comer y por tanto gritar se consume haciendo que los huesos se le peguen a la piel.

Se mantiene alejado de la sociedad porque le consideran un pelícano  que yace en las zonas desérticas, un búho que vive en la ruinas. Gime en las noches desvelado, su desolación aumenta con las burlas de sus enemigos que afirman que su Dios se ha ido. Se presenta con símiles, como si fuera hierba marchitada que no tiene más uso, aunque su vida tenga un triste deslizamiento sabe que el Todopoderoso sigue manejando la historia de todos desde su trono. Sabe que Dios puede salvarle con su omnipotencia porque Él no puede abandonarle.

La ciudad de Dios en ruinas

La segunda parte parece una adición, refleja una situación que rodea al salmista que sigue angustiado pero esta vez parece que son problemas externos y no personales. El teme por la comunidad de Israel que se encuentra en cautiverio y que la ciudad de Dios, Sión está en ruinas.  Aquí el pide por su pueblo para que Yahvé actúe como juez y ponga fin a la humillación de su heredad. El poeta cree que es el momento de que se cumplan las promesas que se habían jurado. La reedificación en la colina sagrada significaría un nuevo tiempo para todas las naciones. El salmo 102 finaliza con la vuelta al tema principal, hay quejas de esa situación pero suplica con confianza que le ayude a vivir.


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