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Evangelio del día 18-12-2018, el Evangelio de hoy

EVANGELIO DEL MARTES, 18 DE DICIEMBRE DE 2018:

Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 18 de Diciembre del 2018: Primera lectura, el salmo y el evangelio o palabra de Dios.

PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE JEREMÍAS 23, 5-8

Llegarán los días –oráculo del Señor– en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país.

En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: «El Señor es nuestra justicia».

Por eso, llegarán los días –oráculo del Señor– en que ya no se dirá: «Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto», sino más bien: «por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo».

SALMO

SALMO 71

Yo me refugio en ti, Señor,

¡que nunca tenga que avergonzarme!

Por tu justicia, líbrame y rescátame,

inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

Sé para mí una roca protectora,

tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,

porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.

¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío,

de las garras del malvado y del violento!

Porque tú, Señor, eres mi esperanza

y mi seguridad desde mi juventud.

En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;

desde el seno materno fuiste mi protector,

y mi alabanza está siempre ante ti.

Soy un motivo de estupor para muchos,

pero tú eres mi refugio poderoso.

Mi boca proclama tu alabanza

y anuncia tu gloria todo el día.

No me rechaces en el tiempo de mi vejez,

no me abandones, porque se agotan mis fuerzas;

mis enemigos hablan contra mí,

y los que me acechan se confabulan, diciendo:

«Dios lo tiene abandonado: persígnalo,

captúrenlo, porque no hay nadie quien lo libre».

¡Oh Dios, no te quedes lejos de mí;

Dios mío, ven pronto a socorrerme!

¡Queden confundidos y humillados

los que atentan contra mi vida! ¡Queden cubiertos de oprobio y de vergüenza

los que buscan mi perdición!

Yo, por mi parte, seguiré esperando

y te alabaré cada vez más.

Mi boca anunciará incesantemente

tus actos de justicia y salvación,

aunque ni siquiera soy capaz de enumerarlos.

Vendré a celebrar las proezas del Señor,

evocaré tu justicia, que es sólo tuya.

Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,

y hasta hoy he narrado tus maravillas.

Ahora que estoy viejo y lleno de canas,

no me abandones, Dios mío,

hasta que anuncie las proezas de tu brazo

a la generación que vendrá.

Tu justicia llega hasta el cielo, oh Dios:

tú has hecho grandes cosas,

y no hay nadie igual a ti, Dios mío.

Me hiciste pasar por muchas angustias,

pero de nuevo me darás la vida;

me harás subir de lo profundo de la tierra,

acrecentarás mi dignidad

y volverás a consolarme.

Entonces te daré gracias con el arpa,

por tu fidelidad, Dios mío;

te cantaré con la cítara,

a ti, el Santo de Israel.

Mis labios te cantarán jubilosos,

y también mi alma, que tú redimiste.

Yo hablaré de tu justicia todo el día,

porque quedarán confundidos y avergonzados

los que buscan mi perdición.

Explicación del salmo 71

EVANGELIO DEL DÍA

SAN MATEO 1, 18-24

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.

Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:

«La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros».

Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.


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