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Evangelio del día 16-08-2018, el Evangelio de hoy

EVANGELIO DEL JUEVES, 16 DE AGOSTO DE 2018:

Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 16 de Agosto del 2018: Primera lectura, el salmo y el evangelio o palabra de Dios.

PRIMERA LECTURA

LECTURA DE LA PROFECÍA DE EZEQUIEL 12, 1-12

La palabra del Señor me llegó en estos términos:

Hijo de hombre, tú habitas en medio de un pueblo rebelde: ellos tienen ojos para ver, pro no ven, tienen oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo rebelde.

En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu equipaje como si tu vieras que ir al exilio, y parte en pleno día, a la vista de ellos. Emigrarás del lugar donde te encuentras hacia otro lugar, a la vista de ellos: tal vez así comprendan que son un pueblo rebelde.

Sacarás tu equipaje en pleno día, a la vista de ellos, y saldrás por la tarde, también a al vista de ellos, como salen los deportados.

Abrirás un boquete en el muro y saldrás por él, a la vista de ellos.

Cargarás el equipaje sobre tus espaldas y saldrás cuando sea de noche, cubriéndote el rostro para no ver el país, porque yo te he convertido en un presagio para el pueblo de Israel.

Yo hice exactamente lo que se me había ordenado: saqué mi equipaje en pleno día como quien parte para el exilio, y por la tarde abrí un boquete en el muro con la mano. Salí cuando estaba oscuro y cargué el equipaje sobre mis espaldas, a la vista de ellos.

A la mañana, la palabra del Señor me llegó en estos términos:

Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, ese pueblo rebelde, qué es lo que estás haciendo?

Diles: Así habla el Señor: Este oráculo se refiere al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel que vive en medio de ella.

Diles también: Yo soy un presagio para ustedes. Lo mismo que yo hice se hará con ellos: serán deportados e irán al exilio.

El príncipe que está en medio de ellos cargará el equipaje sobre sus espaldas durante la noche, y saldrá por el boquete que abrirán en el muro para hacerlo salir; y él se cubrirá el rostro, para no ver el país.

SALMO

SALMO 77

A ti, Señor, elevo mi alma,

Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;

¡que no tenga que avergonzarme

ni se rían de mí mis enemigos!

Ninguno de los que esperan en ti

tendrá que avergonzarse:

se avergonzarán los que traicionan en vano.

Muéstrame, Señor, tus caminos,

enséñame tus senderos.

Guíame por el camino de tu fidelidad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,

y yo espero en ti todo el día.

Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,

porque son eternos.

No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:

por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.

El Señor es bondadoso y recto:

por eso muestra el camino a los extraviados;

él guía a los humildes para que obren rectamente

y enseña su camino a los pobres.

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,

para los que observan los preceptos de su alianza.

¡Por el honor de tu Nombre, Señor,

perdona mi culpa, aunque es muy grande!

¿Hay alguien que teme al Señor?

El le indicará el camino que debe elegir:

su alma descansará feliz

y su descendencia poseerá la tierra.

El Señor da su amistad a los que lo temen

y les hace conocer su alianza.

Mis ojos están siempre fijos en el Señor,

porque él sacará mis pies de la trampa.

Mírame, Señor, y ten piedad de mí,

porque estoy solo y afligido:

alivia las angustias de mi corazón,

y sácame de mis tribulaciones.

Mira mi aflicción y mis fatigas,

y perdona todos mis pecados.

Mira qué numerosos son mis enemigos

y qué violento es el odio que me tienen.

Defiende mi vida y líbrame:

que no me avergüence de haber confiado en ti;

la integridad y la rectitud me protegen,

porque yo espero en ti, Señor.

Salva, Dios mío, a Israel

de todas sus angustias.

Explicación del salmo 77

EVANGELIO DEL DÍA

SAN MATEO 18, 21-35: 19, 1

Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».

Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.

Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.

Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.

El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: «Señor, dame un plazo y te pagaré todo».

El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.

Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: «Págame lo que me debes».

El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: «Dame un plazo y te pagaré la deuda».

Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.

Este lo mandó llamar y le dijo: «¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.

¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?».

E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.

Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».

Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.


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