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Evangelio del día 04-06-2018, el Evangelio de hoy

EVANGELIO DEL LUNES, 04 DE JUNIO DE 2018:

Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 04 de Junio del 2018: Primera lectura, el salmo y el evangelio o palabra de Dios.

PRIMERA LECTURA

LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PEDRO  1, 1-7

Simón Pedro, servidor y Apóstol de Jesucristo, saluda a todos aquellos que, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, han recibido una fe tan preciosa como la nuestra.

Lleguen a ustedes la gracia y la paz en abundancia, por medio del conocimiento de Dios y de Jesucristo, nuestro Señor.

Su poder divino, en efecto, nos ha concedido gratuitamente todo lo necesario para la vida y la piedad, haciéndonos conocer a aquel que nos llamó por la fuerza de su propia gloria.

Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de la concupiscencia.

Por esta misma razón, pongan todo el empeño posible en unir a la fe, la virtud; a la virtud, el conocimiento; al conocimiento, la templanza; a la templanza, la perseverancia; a la perseverancia, la piedad; a la piedad, el espíritu fraternal, y al espíritu fraternal, el amor.

SALMO

SALMO 90

Oración de Moisés, hombre de Dios.

Señor, tú has sido nuestro refugio a lo largo de las generaciones.

Antes que fueran engendradas las montañas,

antes que nacieran la tierra y el mundo,

desde siempre y para siempre, tú eres Dios.

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,

con sólo decirles: «Vuelvan, seres humanos».

Porque mil años son ante tus ojos

como el día de ayer, que ya pasó,

como una vigilia de la noche.

Tú los arrebatas, y son como un sueño,

como la hierba que brota de mañana:

por la mañana brota y florece,

y por la tarde se seca y se marchita.

¡Estamos consumidos por tu ira

y consternados por tu indignación!

Pusiste nuestras culpas delante de tus ojos,

y nuestros secretos a la luz de tu mirada.

Nuestros días transcurren bajo el peso de tu enojo,

y nuestros años se acaban como un suspiro.

Nuestra vida dura apenas setenta años,

y ochenta, si tenemos más vigor:

en su mayor parte son fatiga y miseria,

porque pasan pronto, y nosotros nos vamos.

¿Quién puede conocer la violencia de tu enojo

y ver el fondo de tu indignación?

Enséñanos a calcular nuestros años,

para que nuestro corazón alcance la sabiduría.

¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…?

Ten compasión de tus servidores.

Sácianos en seguida con tu amor,

y cantaremos felices toda nuestra vida.

Alégranos por los días en que nos afligiste,

por los años en que soportamos la desgracia.

Que tu obra se manifieste a tus servidores,

y que tu esplendor esté sobre tus hijos.

Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor;

que el Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos.

Explicación del salmo 90

EVANGELIO DEL DÍA

 SAN MARCOS 12, 1-12

Jesús se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lugar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.

A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.

Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.

De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.

Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.

Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: «Respetarán a mi hijo».

Pero los viñadores se dijeron: «Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra».

Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.

¿No han leído este pasaje de la Escritura: «La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos»?».

Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.


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