San Severino de Nórico. Predicador y abad, es considerado como santo por la Iglesia Católica y celebrado el día 8 de enero. Su misión más importante y reconocida, fue la de civilizar y evangelizar en la región del Danubio, durante las invasiones bárbaras. Nace probablemente en Roma en el año 410 y es patrono de Viena (Austria) y de Baviera (Alemania).
San Severino poseía el sagrado don de la profecía (anunciar el futuro) además de ser bastante hábil en dar consejo, dos hermosos y muy importantes dones que el Espíritu Santo sólo regala a quienes rezan constantemente de corazón.
Fue misionero a las orillas del río Danubio, en Austria, donde le anunció a la gente de la ciudad de Astura, que, si no dejaban de una vez sus vicios y se dedicaban a rezar y hacer más sacrificios para conseguir el perdón, sufrirían un gran castigo. Pero nadie le haría caso a San Severino, quien, resignado, les advirtió que no se haría responsable de sus malas decisiones y se iría ahora a la ciudad de Cumana. Días más tarde, la ciudad sufriría el ataque de los bárbaros de Hungría. Los Hunos arrasaron con la ciudad de Astura y mataron a casi todos los habitantes.
En Cumana advertiría a los ciudadanos nuevamente, y estos otra vez, no lo escucharían, pero entonces se pronunció un prófugo que habría logrado huir de Astura, y declaró antes los ciudadanos: “Nada de lo terrible que nos sucedió en mi ciudad, habría sucedido si le hubiéramos hecho caso a los consejos de este santo. Él quiso liberarnos, pero nosotros no quisimos dejarnos ayudar”. Todos irían a orar luego de esto y a cambiar sus malas costumbres. Se dice que cuando los bárbaros estaban por llegar a la ciudad, un terremoto los alejó.
Finalmente, un 6 de enero del año 482, fiesta de la Epifanía, San Severino decía sentir que su muerte estaba cerca, le daría un último mensaje de amor y respeto a los civiles, y muere un 8 de enero.
