San Severiano, nombre que proviene del latín que significa “severo”, “exigente” y es el santo que celebramos el día 8 de noviembre.
San Severiano fue un mártir cristiano del siglo IV, época en el que el cristianismo era aún motivo de persecución. San Severiano se destacaba como soldado raso, formando parte de las tropas que pertenecían al emperador de aquel entonces Licinio.
Durante su servicio como soldado, San Severiano llegó a conocer a varios grupos de cristianos, de manera que empezó a comportarse como ellos, comportamiento que se notaba dentro de su grupo conocido de soldados romanos.
En un romano estaba muy mal visto los signos de compasión, humildad y amor al prójimo al que nada debes, sobre todo hacia cristianos, extranjeros y esclavos. Por lo que el cambio en el comportamiento de San Severiano ya era bastante obvio, y pudieron descubrir que había seguido el camino hacia el cristianismo.
Cuando el gobernador de Sebaste (Armenia) que además era gran enemigo de aquella nueva religión, el cristianismo, que prácticamente ya tenía por completo dominado al imperio, al enterarse de lo que estaba ocurriendo entre sus soldados, mandó a detener y torturar a San Severiano, para obligarlo a rechazar a su nuevo Dios y serle fiel al imperio romano.
Al momento de su captura y tortura, le colgaron de un árbol con una gran piedra atada a los pies, le atormentaron con azotes, le descarnaron todo el cuerpo y le hicieron sufrir otros grandes tormentos, pero en medio de tan grandes torturas, siguió fiel a Cristo, y hasta insistió en decir que los dioses romanos eran una patraña y que nada le haría alejarse del camino del salvador.
La tortura entonces hacia San Severiano fue tal, que terminó muriendo en el suplicio. Hoy en día debido a su valentía y fidelidad sus creencias, es considerado mártir.
