Este 25 de agosto se conmemora la vida de San José de Calasanz, humilde presbítero dedicado a la educación cuya obra le permitió promover la extensión de escuelas para niños sin techo, inundándoles de amor, valores y todos los conocimientos adecuados sobre las Sagradas Escrituras del Señor. Con la experiencia adecuada, San José propuso una nueva fundación en Roma, dedicada a los Clérigos Regulares en las Escuelas Pías.
Nacido en el año 1.556, en Italia, el joven fue el quinto hijo de una familia noble, llegando al mundo en el castillo de su padre, desarrollando con el tiempo hermosos recuerdos y dando uso adecuado de las oportunidades académicas, evitando caer en tentaciones al ser provocado por sus compañeros, quienes se burlaban del compromiso de fe y oración que poseía con el Señor. Pronto la carrera universitaria viene y además de la teología, logra obtener el sacerdocio en 1.583.
Los admirables actos de San José de Calasanz
El padre José no tardo en destacar, la fama de hombre noble y de excelentes valores le perseguía, tomando el tiempo para colaborar en la región de Andorra, España, notándose la decadencia de espíritu, fe y valores por lo que el trabajo del padre surtiría notorios efectos al visitar cada espacio posible y levantar nuevamente la moral que se creía perdida. Con el éxito de Andorra, el padre sentía dicha y honra, pero sentía en su corazón que el Señor le convocaba en otra misión.
La fundación educativa
El tiempo que el padre empleaba en la restauración de Andorra lo ilumino para trabajar en su verdadera pasión, el trabajo de fundador y colaborador en la educación juvenil, por lo que abandona su cargo y divide sus ganancias entre los pobres, dando con una serie de instituciones de gran éxito. Finalmente, el padre falleció en el año 1.556, en Italia, siendo reconocido canónicamente por Clemente XIII en el año 1.767.
