Hoy se conmemora la obra de Santa Verónica Giuliani, santa abadesa que sirvió en la Orden de las Clarisas Capuchinas, quienes fueron apoyadas por la destacada habilidad de la hermana, para entregarse de manera física y espiritual en nombre del Señor, lo que la haría ser vigilada durante más de cuarenta días, demostrando su santificada paciencia y nobles valores.
Nacida en el año 1.660, en Italia, la joven Verónica ya destacaba al mostrarse piadosa con los pobres, con apenas seis años de edad se le veía dispuesta a regalar sus alimentos y vestidos, tal era la devoción de la pequeña que solía frustrarse con los demás al no imitar su ejemplo, habito que abandonaría tras experimentar un sueño en el que podía observar su corazón hecho de acero. Aproximadamente en el año 1.677, logra ingresar en un convento capuchino.
Las pruebas de Santa Verónica Giuliani
Pese al enorme esfuerzo de la santa, al ingresar en el convento sus superiores desconfiaban de su compromiso espiritual, haciéndole pasar numerosas y difíciles pruebas para comprobar su fe, las cuales superaría con amor y dedicación. Pronto la paciencia de la virgen seria evaluada tras experimentar una visión que tenía con Cristo, cargando la cruz en sus hombros, visión que le causaría la aparición de un fuerte dolor en su costado y daría inicio a múltiples visiones que le otorgarían estigmas en su cuerpo y espíritu.
El cuestionamiento de la santidad
Pronto la madre se daría a conocer por sus estigmas y esto causaría la evaluación de los superiores, ordenando que se le aislara y así poder demostrar la veracidad de las milagrosas apariciones. Finalmente, el fenómeno fue confirmado como un fenómeno natural y la santa pudo continuar como abadesa, guiando a las jóvenes laicas hasta fallecer en el año 1.727, siendo canonizada en el año 1.839 por Gregorio XVI.
