San Albino de Angers fue un religioso francés del siglo V cuya popularidad se extendió rápidamente por las regiones y que es venerado como santo por la Iglesia Católica.
Una vida consagrada a Dios
San Albino nació hacia el año 470 en Vannes, una localidad francesa, aunque su familia era probablemente de Irlanda o Inglaterra.
Se sabe muy poco acerca de los primeros años de su vida, pero se conoce que desde muy joven ingresó al Monasterio de Ciucillac donde se dedicó a vivir en completa santidad.
Permaneció en ese lugar, sirviendo a Dios, y cuando tenía 35 años fue nombrado abad y se dedicó a trabajar arduamente por la gran responsabilidad que significaba ese cargo.
El monasterio bajo la dirección de San Albino mostró grandes frutos y los religiosos cultivaban sus virtudes con total dedicación.
De manera que luego de haber visto el trabajo que hizo el santo, fue escogido para ser el sucesor en la sede episcopal de Angers en el año 529.
Obispado
Demostró ser un buen pastor para el pueblo y para el clero, y se esforzó para que se cumpliera la disciplina eclesiástica.
San Albino se caracterizaba por ser un predicador habilidoso, y todos los días hablaba sobre la bondad y misericordia de Dios. Además, atendía a los más necesitados, como los pobres y las viudas, demostrando un gran ejemplo de piedad cristiana.
San Albino de Angers murió el 1 de marzo de 550 después de haber dedicado su vida al servicio a Dios y a los menesterosos.
Su gran popularidad se debe a que tras su muerte se le atribuyeron una serie de milagros y sanaciones, por eso su fama se extendió desde Francia a otros países europeos y luego a nivel mundial. Por esto es que es considerado como el patrono de muchos poblados en su país de origen.
