San Rafael Guízar y Valencia fue un obispo mexicano de la Iglesia Católica que se caracterizó por su amor por las personas y por predicar el cristianismo en todo lugar al que llegaba.
Un misionero incansable
Rafael Guízar y Valencia nació el 26 de abril de 1878 en la localidad de Cotija, Michoacán en México.
Su familia era muy religiosa, por lo que inició sus estudios eclesiásticos en un seminario en 1894 y posteriormente fue nombrado sacerdote en el año 1901.
Desde el primer momento en que fue ordenado sacerdote se dedicó a hacer visitas pastorales, y a cada pueblo que llegaba se encargaba de predicar la doctrina cristiana por medio de un catecismo sencillo de su autoría que estaba dirigido a los sencillos de corazón.
Amor por las almas
Durante las guerras que se presentaron en México por la revolución de 1910, San Rafael se encargó de prodigar la caridad y encargarse de los enfermos y moribundos.
Una de sus grandes labores fue acercarse a los heridos y ofrecerles la posibilidad de reconciliarse con Dios, por lo que logró ganar muchas almas y conducirlas a la salvación.
No solo se caracterizó por ser misionero, sino que también se dedicó a la labor episcopal y fue un buen pastor para sus ovejas.
Por causa de la persecución religiosa de la época y el conflicto entre el Gobierno y la Iglesia, fue desterrado y se fue a Ciudad de México.
Como estaba afectado por varias enfermedades y padecimientos como diabetes e insuficiencia cardíaca, murió el 6 de junio de 1938 en Ciudad de México y su cuerpo fue trasladado a Veracruz para su sepultura.
San Rafael Guízar y Valencia fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 29 de enero de 1995, y posteriormente canonizado por el Papa Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006 en la Plaza de San Pedro.
