San Enrique Morse. Fue un sacerdote de la Compañía de Jesús, nacido en el Reino Unido hacia el año 1595. Martirizado debido a la defensa de su fe cristiana, fue condenado a morir en la horca durante el reinado de Carlos I de Inglaterra. Es el Santo que conmemoramos el 1 de febrero.
San Enrique Morse, fue reconocido y canonizado en 1970, por el Papa Pablo VI, como uno de los 40 mártires de Inglaterra y Gales, ya que este Santo, habiendo sido descendiente de una familia protestante y educado bajo esa doctrina, luego se convirtió al catolicismo y adopto el hábito jesuita, lo cual le valió, varias veces, el encarcelamiento en su país natal, así como el destierro, debido a las diputas generadas entre la Iglesia Católica Romana y la Monarquía Inglesa, que dieron paso a la ruptura y establecimiento de la Iglesia Anglicana en 1534, bajo el reinado de Enrique VIII.
Recorrer la biografía de San Enrique Morse, es deleitarse de admiración por la tenacidad y perseverancia de este sacerdote, en predicar la fe católica, así como las virtudes cristianas, precisamente, entre los súbditos y soldados leales al Rey de Inglaterra, quien, aparte de ser rector de la Iglesia Anglicana, había dado orden de prohibición de predicar a los sacerdotes católicos, así como orden de abandonar el país.
San Enrique Morse, no solo ignoró tal orden, sino que evadió en más de una ocasión a las autoridades del Rey, utilizando, incluso un nombre falso para poder continuar con su prédica, aunada a la gran ayuda y actividad misionera cristiana que este santo desempeñó durante la epidemia de peste que azotó Londres durante los años 1636 y 1637, cobrando la vida de centenares de habitantes.
Hecho prisionero por tercera vez, San Enrique Morse, fue juzgado y acusado de reincidente al haber burlado la prohibición de predicar como sacerdote católico y convertir al catolicismo a muchos soldados y demás personas que profesaban su fe en la iglesia anglicana. Fue condenado a la horca, falleciendo el 1 de febrero de 1645, luego de haber oficiado una misa en su celda y haber declarado su fe católica con determinación y valentía, aceptando su muerte como una ofrenda a Dios.
