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Evangelio del día 24-01-2019, el Evangelio de hoy

EVANGELIO DEL JUEVES, 24 DE ENERO DE 2019:

Conoce el evangelio del día, evangelio de hoy 24 de Enero del 2019: Primera lectura, el salmo y el evangelio o palabra de Dios.

PRIMERA LECTURA

LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 7, 25-28: 8, 1-6

De ahí que Él puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos.
El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del cielo.
El no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento –que es posterior a la Ley– establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre.

Este es el punto capital de lo que estamos diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tan grande que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo.
El es el ministro del Santuario y de la verdadera Morada, erigida no por un hombre, sino por el Señor.
Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que tenga algo que ofrecer.
Si Jesús estuviera en la tierra, no podría ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas de acuerdo con la Ley.
Pero el culto que ellos celebran es una imagen y una sombra de las realidades celestiales, como Dios advirtió a Moisés cuando este iba a construir la Morada, diciéndole: Tienes que hacerlo todo conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña.
Pero ahora, Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores.

SALMO

SALMO 39

Yo pensé: «Voy a vigilar mi proceder
para no excederme con la lengua;
le pondré una mordaza a mi boca,
mientras tenga delante al malvado».
Entonces me encerré en el silencio,
callé, pero no me fue bien:
el dolor se me hacía insoportable;
el corazón me ardía en el pecho,
y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba,
¡hasta que al fin tuve que hablar!
Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis días
para que comprenda lo frágil que soy:
no me diste más que un palmo de vida,
y mi existencia es como nada ante ti.
Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo,
pasa lo mismo que una sombra;
s e inquieta por cosas fugaces
y atesora sin saber para quién.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Mi esperanza está puesta sólo en ti:
líbrame de todas mis maldades,
y no me expongas a la burla de los necios.
 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca,
porque eres tú quien hizo todo esto.
Aparta de mí tus golpes:
¡me consumo bajo el peso de tu mano!
Tú corriges a los hombres,
castigando sus culpas;
carcomes como la polilla sus tesoros:
un soplo, nada más, es todo hombre.
Escucha, Señor, mi oración;
presta oído a mi clamor;
no seas insensible a mi llanto,
porque soy un huésped en tu casa,
un peregrino, lo mismo que mis padres.
No me mires con enojo,
para que pueda alegrarme,
antes que me vaya y ya no exista más.
Explicación del salmo 39

EVANGELIO DEL DÍA

SAN MARCOS 3, 7-12

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea.
Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón.
Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.
Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo.
Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!».
Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.


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