San Juan de la Cruz . Una vida consagrada a la contemplación, la humildad y la penitencia, constituyó el pilar de San Juan de la Cruz, en su camino a conciliar las glorias de su santidad. Es el Santo que conmemoramos el 14 de diciembre.
San Juan de la Cruz, bautizado al nacer con el nombre de Juan de Yepes Álvarez, nació hacia el año 1542 en la provincia de Fontiveros, en España, descendiente de una familia muy pobre que, tras la muerte de su padre, debió vivir al cuido de su madre y otros hermanos bajo condiciones de mucha austeridad material, no así, espiritual.
Ingresó un colegio jesuita, donde comenzó su formación religiosa y descubre su vocación de entrega a la santidad, cuando a la edad de 21 años adquiere el habito carmelita en Medina del Campo, haciéndose sacerdote en el año 1567.
Una de las transformaciones espirituales de San Juan de la Cruz, fue su encuentro con Santa Teresa de Jesús, quien lo anima a acompañarle en la tarea de reformar y reconquistar las enseñanzas de la congregación de las Carmelitas, siendo pues, junto a esta Santa, reformador de la Orden de nuestra Señora Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos, que le valió muchísimos enfrentamientos con el clero, así como destituciones y la cárcel, por defender sus reformas.
San Juan de la Cruz, fue un vivo ejemplo de santidad, ya que su vida espiritual y consagración a la humildad y privaciones corporales, asumidas por él, como un camino para perfeccionar la caridad y lograr la elevación a la dignidad de Dios, a través del amor, se vio turbado por innumerables tentaciones, que debió enfrentar con verdadera integridad y fuerza espiritual.
Con gran influencia poética y doctrinal de la memoria, el entendimiento y la voluntad, como caminos a la perfección espiritual, San Juan de la Cruz falleció en el año 1591, llevado al excelso grado de Santo y Sabio.
