San Braulio de Zaragoza. Fue un famoso obispo y además, reconocido escritor de Zaragoza. Amigo íntimo de San Isidoro, con quien llegó a colaborar para lograr restaurar la disciplina eclesiástica por toda Hispania. Anteriormente era celebrado como santo el día 18 de marzo, pero a partir de 1809, comenzaría a ser festejado el día 26 de marzo.
Este santo, como obispo, se preocuparía y dedicaría de manera incansable y muy dedicada a instruir al pueblo en el tema religioso, para de esta forma, lograr extirpar y erradicar los errores y herejías que existían dentro de la población, principalmente el arrianismo, una de las doctrinas más herejes que negaba la veracidad de Jesucristo como hijo de Dios.
San Braulio fue conocido por su gran y fluida elocuencia. Tanto así, que durante sus sermones, a los cuales acudía gran parte de la población, sólo para escucharle, solían decir de él que: “Parece que cuando está hablando, es el mismo Espíritu Santo el que le va diciendo lo que él tiene que decir”.
Este santo, solía pasar largas horas de meditación y oración dentro del famosísimo santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Aborrecía cualquier acto de vanidad, y se decía de San Braulio, que sus vestidos y ropajes eran muy simples y pobres. Tampoco se daba muchos lujos al comer, siendo recordado como un hombre bondadoso que comía como la clase baja.
Durante sus últimos años de vida, San Braulio le tocó sufrir por su falta de visión, algo que le afectaría enormemente pues le encantaba leer y era un gran lector, por lo que se convertiría en un verdadero martirio para el santo. Aun así, aprovechaba su ceguera para dedicarse entonces aún más a la meditación y la oración.
Según la tradición, antes de morir, se cree que San Braulio llegó a escuchar a Jesús diciéndole: “Ven siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te pondré sobre lo mucho. Entra en el gozo de tu Señor”. A lo que el santo respondió “Voy pronto, Señor, ya estoy listo”.
